Durante un paseo por el mirador de los Arcos, pocos queretanos se pueden resistir a la tentación de mostrar el “cañonazo” que perforó los muros del convento de la Cruz cuando los republicanos lo tomaron por sorpresa e hicieron huir al ejército imperialista hacia su fin en el Cerro de las Campanas.
Sin embargo, pocos saben que este vestigio podría ser falso y que no se trató de un asalto violento, sino que, en realidad, la emboscada de los republicanos fue tan exitosa, insospechada y silenciosa que lograron escabullirse al antiguo huerto del mismo convento e internarse hasta los cuartos que alojaban al emperador y sus servidores.
Algunos historiadores y fuentes directas, como los diarios del secretario personal del emperador José Luis Blasio, sostienen, que más bien entraron silenciosamente por las puertas traseras del huerto ¿Quién les permitió el paso y por qué? Son dos preguntas que no han sido aclaradas por completo, pero la teoría más fuerte es que se trató de una traición dentro del ejército imperialista, por parte del oficial Miguel López.
¿Qué datos podrían desmentir la teoría del cañonazo?
El convento de la Cruz era un complejo enorme con un huerto, cementerio y las salas que aún cumplen su función como seminario. Sus paredes son anchas y podían resistir varios embates de las balas de cañón y tiros de fusiles. El tamaño de la brecha en ese momento no hubiera permitido que muchos soldados entraran a la vez sin ser descubiertos.
Además, este sitio era un punto estratégico pues su ubicación en la punta del Cerro del Sangremal permitía el control visual de varios puntos de la ciudad como las orillas del río Querétaro, los cerros de la Otra Banda, el Cimatario y el Cerro de las Campanas. Del mismo modo, al deshacerse de los matorrales a su alrededor, los imperialistas podrían descubrir a cualquier enemigo que intentara acercarse. Por lo que, un ataque sorpresivo hubiera sido muy difícil de realizar sin el apoyo de alguien de adentro.
Este hecho sigue siendo un tema de debate entre los locales, los guías turísticos y los historiadores. Sabemos que la historia oficial puede ser tendenciosa y querer defender una toma justa y por la fuerza del convento convendría al bando que triunfó, por eso, no queda más que revisar las fuentes directas para intentar entender lo que realmente sucedió. Para ello, se pueden consultar los diarios de los acompañantes de Maximiliano.